Algunos consejos para editores

Hace no mucho tuve la oportunidad de conocer a un grupo de jóvenes estudiantes que estaban realizando un Máster de Edición. Hablando con ellos me di cuenta de lo importante que es que conozcan el oficio en toda su complejidad. Desde los procesos de trabajo, hasta la preimpresión y la producción.

Como futuros profesionales del libro, creo que deben comprender el trabajo de los artistas. Me atrevería a decir, que tendrían que saber, incluso, cómo se presupuesta una ilustración. Este conocimiento compartido es un punto a favor para los profesionales de la ilustración siempre que haya respeto y amor hacia la edición.

Los intereses creados, la velocidad en las entregas y la búsqueda de beneficio no facilitan las relaciones entre ambos profesionales. Se generan tensiones que, sumadas al desconocimiento de lo que significa ser ilustrador, acaban a veces en enfrentamientos o malas experiencias laborales.

Mi idea con esta pequeña lista no es eximir de responsabilidad a los autores, que también tenemos mucho que cambia, si no ayudar a comprender y mejorar las relaciones entre editores e ilustradores.

 

1. Valora nuestro trabajo

Realizar una ilustración es un proceso de trabajo complejo. Como editor esfuérzate en conocer de primera mano cómo se realiza un encargo. El abocetado, los estudios compositivos, las pruebas de color o el entintado son sólo algunas partes del dibujo y aunque como profesionales hemos desarrollado habilidades para ser rápidos y cumplir con las entregas, conocer nuestra técnica te dará la oportunidad de respetarnos y valorar mejor nuestro trabajo.

 

2. No nos pidas trabajo gratis

Si conoces nuestro proceso y lo valoras, difícilmente nos pedirás algo gratis.

Es frecuente encontrar editores y directores de arte que piden bocetos gratis, las mal llamadas "pruebas".

Nadie está libre de pecado... Yo también he caído en esta sutil forma de esclavitud con la esperanza de obtener trabajo y solo puedo compartir con mis compañeros autores mi conclusión sobre esto: negaros siempre. No cometáis la misma estupidez que yo. No hagáis nada gratis.

¿Por qué? Es sencillo. Los empleados de las editoriales y los directores de arte cobran al mes un sueldo fijo. Es algo seguro y les aporta tranquilidad, pero los dibujantes no tenemos eso. Nuestros beneficios responden al esfuerzo y el tiempo en el que invertimos en desarrollar un boceto. Aceptar encargos o pruebas gratis es sentenciar nuestra profesión. Lo profesional se vuelve mediocre y el valor del trabajo desciende, condenando a la precariedad al autor.

Como Editor tu labor es sencilla: encargar un dibujo a un autor y remunerarle por solucionarte un problema comunicativo. El hecho de pedir trabajo gratis deforma tu profesión, desequilibra la balanza para favorecer a una gran empresa a costa de un pequeño autónomo y demuestra una gran falta de respeto hacia los ilustradores.

 

3. Valora nuestro tiempo

A veces los ilustradores recibimos encargos asfixiantes en tiempo y muchas veces a pesar de nuestros esfuerzos acabamos agotados.

En este punto lo que quiero remarcarle al editor es que está bien que nos exija en fechas de entrega y que estas se respeten, pero también creo que es importante que se valoren de la misma manera los tiempos de creación.

Por esto, si alguna vez incrementamos los precios por qué el encargo es "para ayer", el editor/director de arte no debería sorprenderse. Hay que entender que el esfuerzo es mayor y esa compensación debe ser económica. Y aunque esa compensación llegue en las facturas, lo que quiero decir es que el editor, si conoce bien la profesión, no pedirá imposibles y negociará con el cliente (en el caso de la agencia) para solicitar más tiempo o renegociarlo. Los procesos llevan su tiempo y lo habitual es que a mayor libertad y tiempo, mejor suele ser el resultado creativo.

Está bien que se nos encarguen cosas de forma urgente, todos sabemos cómo funciona la publicidad, a lo que me refiero es que una cosa es trabajar deprisa y otra ser explotado fuera de lo sensato, por qué eso también es esclavitud y minusvalora nuestro trabajo.

 

4. Se flexible

En todos los trabajos hay negociaciones y la ilustración no es una excepción.

Es normal que una vez que comienza el trabajo se produzcan cambios en el dibujo, variaciones o cambios radicales de briefing. Si esto ocurre, como editor debes comprender que estos cambios deben ser remunerados y contemplados antes de iniciar el encargo. Lo que no se puede hacer son cambios infinitos y gratuitos. El proceso y el tiempo del autor necesitan remunerarse y lo que para un editor a priori es un cambio mínimo, para un ilustrador puede ser una odisea (por eso es tan importante conocer el oficio).

Si aceptamos que los cambios en otras profesiones conllevan un pago, las profesiones creativas no deberían ser menos. Sus procesos son también complejos.

 

5. Cambia el dibujo, no el estilo

Muchos editores no piden cambios en el dibujo, sino en el estilo. El estilo es la personalidad de un autor y en muchos casos no es intercambiable.

Si has llamado a un ilustrador por su estilo, en medio del proceso creativo no puedes pedir cambios de estilo. Una cosa es cambiar un pie, una expresión de un rostro o los colores de un encargo, pero otra muy distinta es pedirle a un autor que cambie el estilo una vez que el encargo ha comenzado, porque es como empezar de cero.

Lo mejor es que te preguntes si de verdad ese es el estilo que quieres y si cumple las funciones que necesitas: comunicativas y estéticas. Si ves que hay algo que no cuadra, entonces no es tu ilustrador y debes barajar otras alternativas.

 

Espero que estos consejos sean útiles y tomados en consecuencia. Creo que así el respeto y el conocimiento darán herramientas a los editores para las negociaciones con los ilustradores. Comprender mejor la profesión no sólo nos salvará de la precariedad si no que mejorará considerablemente nuestras relaciones laborales y les aportará el valor que necesitan para ser consideradas como se merecen.